miércoles, 28 de marzo de 2012

Desde Huelva, Andalucia

 Aquí estoy, en lo que los españoles llaman con chunga ¡y olé! "Vacaciones para adultos mayores." Isla Cristina es un pueblito de la provincia de Huelva, Andalucía. Hace años el resto de España solía decir que Andalucía era la tierra de las tres cosechas: moco, lagaña y esparto. Algo muy despectivo que no es cierto.

Los andaluces son gente simpática, dicharacheros, amables y muy acogedores. No he visto ningún pueblo de los alrededores que no esté limpio, con plazas y arboledas, bien señalizadas las direcciones. Hasta tienen un autobús social ¡totalmente gratis! Las autopistas en excelentes condiciones, los huecos son una rareza, para nosotros que venimos de Caracas donde las troneras están a la orden del día en cualquier parte de la ciudad.

Isla Cristina, no es realmente una isla es mas bien una península. Antiguamente fue poblada por catalanes y valencianos que vinieron a la pesca y salazón del atún, por eso muchas calles conservan nombres puestos por ellos. El nombre original era Higuerita, árbol muy común entonces. El terremoto de Lisboa (llamado así pero que no ocurrió exactamente en esa ciudad) y la peste, el cólera, devastó la ciudad, la reina Cristina de Borbón vino y ayudo a reconstruirla por eso en su honor la rebautizaron como Isla Cristina. 

Huelva es una región agrícola, cerca de las costas se cultiva fresas y naranjas, al norte cereales, cebada, trigo y avena. Además de olivos, no en la abundancia de Jaén, pero también en cierta cantidad. También algarrobos, alcornoques y almendras. El turismo se desarrolló a partir de 1992, antes nadie venía por estos lares. A partir de entonces se ha desarrollado mucho, el clima benigno, en invierno hay una media de 13º, y sus playas han hecho que, ingleses y alemanes la frecuenten, así como también los españoles. Por cierto que una de las guías nos explicó que las naranjas las dejaban en el árbol sin cosecharlas, la mano de obra resulta más cara que comercializarla, con lo cual se pudren o se caen sin que nadie las recoja.

Existe un programa de excursiones que parten de la Isla Cristina: se puede visitar Huelva, panorámica de la ciudad, la Ermita de la Cinta, con su leyenda que le dio nombre a la virgen que ahí se venera. El Parque nacional de Doñana y Bollullos. Dado que este año no hubo muchas lluvias los pantanos que en esta época se pueblan de aves migratorias, estaba totalmente seco. No obstante logramos ver, gamos, jabalíes, conejos y milanos, aparte de otras aves. Nos llevaron en unos automóviles rústicos de 21 pasajeros, visitamos el bosque, hasta la desembocadura del río Guadalquivir, frente a Sanlucar de Barrameda. Se realizaron dos o tres paradas, en las dunas, la arena suele subir hasta 3 metros en un año, y los pinos cercanos si los cubren se mueren, luego aparecen otros nuevos. Estos pinos son los llamados piñoneros, los que producen los piñones. Aquí pudimos ver algo curioso, lo que llaman las chozas, casas temporales que los pescadores hacían cubiertas de paja del techo al piso, ahora solo están como curiosidad y visitas turísticas. Bordeamos el mar, las marismas y el matorral.

Isla Cristina queda a tan solo 10 o 12 kilómetros de Portugal. Llegamos a la frontera portuguesa de Ayamonte, cruzamos el puente sobre el río Guadiana para entrar en Portugal. Llegamos hasta Faro capital del Algarve portugués, visitamos la catedral de Faro con unos altares en plata y oro muy interesantes. Luego fuimos a Villamoura, centro turístico que comparan con Marbella. Muchos yates de lujo y un bar El 7 cuyo dueño es el futbolista portugués Ronaldo.
Hay otras excursiones como la Fiesta Rociera, muy famosa, en el pueblo del Rocio, para quienes le guste la fiesta flamenca y ver la ermita de la Blanca Paloma. La ruta de Colón, con la visita al Monasterio de la Rabida y las tres réplicas de las carabelas.

Para este lunes tenemos planificado  ir a Sevilla, que aunque ya la conocí hace años, vale la pena regresar para ver, el barrio de Santa Cruz, La catedral, viaje en barco por el río Guadalquivir. Una panorámica de la Exposición de 1929, y la Plaza de España en el Parque María Luisa.

Un recorrido interesante y muy bonito, y la tristeza que no podamos en Venezuela mantener en las condiciones, con muchos menos recursos, que esta gente mantiene lo suyo. Algún día será, la esperanza es lo último que se pierde.

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